sábado, 10 de noviembre de 2012




Entre fines de la década de 1990 y principios de 2000 una gran cantidad de empresas fueron recuperadas por sus trabajadores con el objetivo de defender sus fuentesde trabajo y mantenerlas en funcionamiento.
 Se transformaron en uno de los segmentos
más vulnerables de la población, sufrieron procesos de
desafiliación, es decir, que no sólo implicaron la pérdida del trabajo, de un
ingreso y la liberación de su tiempo, sino que la cuestión
se complejizó más porque perdieron su lugar en una
red de vínculos sociales de diverso tipo. Es en este
escenario donde emergieron un conjunto de procesos
sociales y alternativas colectivas de gestión como estrategias
de lucha y resistencia impulsadas por los propios
trabajadores con el fin de mantener sus fuentes de trabajo
y recuperar esa fragilidad del entorno y los soportes
relacionales que aseguraran su inserción social.
Si bien disparador de este fenómeno y el leit motiv se
centró en la recuperación del trabajo, como una de las
principales vías de la configuración de la identidad,
también emergieron dinámicas de acción asociadas a
la producción, circulación y consumo de bienes simbólicos
antes impensadas, que resignificaron el espacio
de la “fábrica” como tal, en donde cultura, arte y producción
de bienes materiales confluyen en un mismo lugar.
Este trabajo tiene por objetivo realizar un análisis crítico
sobre las modalidades de gestión de los “centros culturales
de las empresas recuperadas” por los trabajadores,
que están funcionando en las instalaciones de las
fábricas en la Ciudad de Buenos Aires.

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